Previously on «Paradoja Neurótica»…
Hasta que un día, mientras estudiaba para un examen de Matemáticas en el Starbucks de mi universidad (o sea, un coffee shop pero que compraron muchos vasos con el logo de Starbucks), la conocí. (Sí, a la que les dije al principio, la que me trató como paño sucio, esa)...
(Imagínense que aquí va la canción del intro y sale el título)
Se paró al frente de mi mesa y aunque solo mantenía contacto visual conmigo, le hablaba a mis dos compañeras con las que estaba estudiando. Lo primero que me preguntó, cuando al fin se dirigió a mí, fue, «are you bisexual?».
(Yo quedé, así:)

Creo que cuando cuento esta historia, nadie entiende la importancia que estoy tratando de darle al hecho de que me preguntó si era bisexual. Si hacemos un rewind al principio (al Capítulo 1), recordamos que dije que «la primera vez que alguien pensó que yo era lesbiana, me sentí ofendida». Analizándolo bien ahora, probablemente fue por mi homofobía internalizada (la frustración que uno desarrolla al darse cuenta de que lo que te hace sentir algo positivo no es «normal») que desarrollé como mecanismo de defensa.
(Para contexto: En psicología, existe un mecanismo de defensa del cuál vemos ejemplos diariamente, sin fijarnos, y se conoce como formación reactiva. Wikipedia dice que es «cualquier comportamiento, actitud o hábito que marcha en la dirección opuesta a la de un deseo reprimido.» Yo, que te lo trato de explicar a mi manera, te digo que es el estereotipo que vemos en todas partes del abusador, macho-alfa homofóbico que después nos enteramos en realidad ha sido gay toda su vida y el enojo que siente nace de sentirse incomprendido. (O sea, Adam de Sex Education, Nate de Euphoria, Karofsky de Glee…) En mi caso, mi proyección negativa era poner a William Levy de fondo de pantalla y cada vez que comentaba sobre la apariencia de cualquier mujer, lo acompañaba con un #NoHomo.)

Me quedé perpleja cuando me preguntó. Nadie, nunca, me había preguntado si era bisexual. Para mi identidad reprimida; que estaba asustada y en posición fetal escondiéndose en un clóset vacío y oscuro, quedándose ya sin agua y racionando la comida, se sentía más válido. Bisexual implicaría que me gustan los hombres (o sea, soy «normal»), pero de vez en cuando podía admitir que dejaría que Megan Fox me pegara un chicle en la cara (No sé). Implicaba que soy «straight» pero con sazón. Mi búsqueda de validación y de sentirme convencionalmente atractiva se podía expandir. ¿Por qué dejar que solo los Brads y Chads me dieran validación, si Sarah y Jessica me podían hacer sentir igual? Obvio, todo este análisis ocurrió internamente y en medio segundo; así que a ella no le respondí nada al momento.
Procedí a ignorar la pregunta y a continuar estudiando de College Algebra. Una vez mis compañeras se fueron, volvió a mi mesa, se sentó al lado mío y me preguntó que si no le conteste porque no quise o si era por que no sabía. Yo le dije both.
Lo que le siguió a ese día fueron muchas investigaciones tipo FBI a ver si descubría el nombre completo de ella, y ver stories de sus amistades (bueno, las que teníamos en común), a ver dónde estaba. (Ya saben, no por stalker, pero para poder encontrarme con ella accidentalmente). Le siguió desarrollar una tensión sexual muy rara; como si Tom & Jerry deciden que son gay, pero no pueden estar juntos porque Jerry sigue haciendo que Tom quiera aplastarlo con un martillo de muñequitos.
Le siguió que, admitir que sentía algo por ella me llevó a confesarle a mis amistades que, efectivamente, tenían razón (pero no al 100%). Le siguió que la identidad reprimida que estaba escondida y racionando comida, logró salir y tratar de interactuar con el mundo luego de estar por 18 años siendo empujada adentro del clóset cada vez que intentaba salir a la luz.
También le siguió ella buscándome y buscando excusas para escribirme—que usualmente eran relacionados a que había tomado demasiado y decidió hablarme. Le siguió ella hablándome todos los días mientras estaba en mi casa en las Navidades, pero una vez llegamos a la universidad, me enteré que tenía novia.
Le siguió ella dejándose de la muchacha y buscándome tipo Rom-Com de los 2000’s, entrando al lobby de mi dorm para darme un beso e irse, sin decir nada (sí, de verdad pasó). Le siguió yo, confesándole que me gustaba (porque la primera vez no lo hice y ella me reclamó que por eso fue que se buscó otra novia) y ella dejándome en Read. Le siguió buscarse otra novia más, pero a esta le fue infiel conmigo (que no es algo que me enorgullece, pero no juzgué a Cassie en Euphoria porque yo fui Cassie en Euphoria (S2 Cassie—S1 la amamos).
Una vez la dejó, pensé que entonces teníamos un chance. No fue así.
Después me enteré por Twitter que, nuevamente, estaba empezando a hablar con otra. Eventualmente, se fue de la universidad, pero seguíamos hablando.
No entraré en muchos detalles sobre nuestra «relación«, solo les diré que fue un año de sentirme como basura el 95% del tiempo, por pensar que el 5% que quedaba, que era positivo (cuando quería serlo), valía la pena. Un año de ella teniendo dos y tres novias, todo mientras seguía hablándome y tratándome como su pareja. Un año de ella siendo capaz de decirme que me amaba, y de llamadas en donde se quedaba dormida porque mi voz le daba paz, y sin embargo; nunca quizo estar conmigo.
[TW: Su*cid*o]
Cuando al fin tuve suficiente fuerza de voluntad como para decirme a mi misma que merecía mejor, y terminar con ella; mandó unos mensajes.. preocupantes, insinuando que se haría daño al dejarla.
Procedí llamando al su*cide hotline (donde me pusieron en HOLD por como 20 minutos) y viendo a ver qué podía hacer al respecto.
(Aparentemente, la línea telefónica es para personas batallando enfermedades mentales y necesitan alguien con quién hablar por un rato—cualquier situación más seria que eso, te van a referir al 9-1-1.)
(Si llegaran a necesitar apoyo emocional de este tipo, pueden llamar al 1-800-273-8255. Mis e-mails y redes están disponibles siempre también. No se hundan en un vaso de agua, llamen a alguien que los ayude a levantarse para darte cuenta de que el agua es llanita.)
Ella me dejó de contestar los mensajes y las llamadas iban directo a su voicemail. Le escribí una vez más; dejándole saber que si no escuchaba de ella, tendría que llamar a la policía como método preventivo. Me respondió que por favor no lo hiciera, que estaba bien.
No volví a saber de ella hasta casi un año y medio después, cuándo me volvió a escribir y solo le contesté porque pensé que me daría closure.
Ella, no estaba interesada en eso. Ella, me dijo que había cambiado y mejorado, que su vida no tenía sentido sin mí y que ahora sí sabría valorarme porque yo fui de las mejores, si no la mejor, cosa que le había pasado. (No lo digo por echármelas—genuinamente me dijo todo eso.)
Yo, le respondí que lo que yo buscaba era «closure» y le recalqué que no la estaba ignorando, sino que no sabía qué decir…. mentí inconscientemente.
Nunca le contesté. Recibí un mensaje de ella un San Valentin y la volví a bloquear.
Un año más tarde, conocí al amor de mi vida. (Que ya no está en mi vida, pero pues.. fue el amor de una de mis vidas.) Conocí a alguien que me enseñó a valorarme y a ser independiente, hasta cuando estaba en una relación. Alguien que por primera vez me dijo «¿tú psicoanalizas a todos, pero quién te psicoanaliza a ti?» (sentí como si todos siempre me decían «estás bien pendeja»y al fin alguien me preguntó «pendeja, estás bien?») Y aunque después de tres años nos dimos cuenta que funcionamos mejor solas, no me arrepiento de nada. (No elaboraremos mucho sobre esto, ya que es reciente y fue una de las cosas que me empujó a comenzar a escribir públicamente— de la tristeza nacen las mejores obras, no?)
(Otro día les hablaré de lo increíble que era y de cómo ese sí fue mi primer amor genuino. Otro día les contaré de lo mucho que su presencia me trajo paz, y de cómo ella me ayudó a crecer como persona, pero por ahora…)
