Previously on Paradoja Neurótica…
(Otro día les hablaré de lo increíble que era y de cómo ese sí fue mi primer amor genuino. Otro día les contaré de lo mucho que su presencia me trajo paz, y de cómo ella me ayudó a crecer como persona, pero por ahora…)
(Tan tan tararan tan tan–canción de intro; Paradoja Neurótica)
A veces «la persona correcta en el momento equivocado» en realidad fue la persona correcta para enseñarme una lección que necesitaba, pero cuando sentí que todo andaba mal en mi vida. (O del mismo modo, que todo iba demasiado bien. La pérdida de lo que consideramos estable y permanente, siempre se va a sentir en un momento equivocado.) Mi manera de decir—si genuinamente la persona es correcta, el tiempo también lo va a ser.
No sé si compartí esto con ustedes para enseñarles mi «coming-out» story, o si les estoy diciendo que una vez aprendan a valorarse ustedes mismos, podrán encontrar a alguien que les de el valor que merecen; no sé si es una historia para que lean y ustedes aprendan algo, o si para darles fe de que eventualmente se recuperarán de las relaciones tóxicas que los persiguen.
No sé si sea un post egoísta y sea yo probándome a mi misma que puedo hablar sobre estos traumas sin llorar como Sarah Paulson en cualquier temporada de American Horror Story (AHS), o que me quiero ahorrar los $50 de co-pay de mi psicóloga y estoy «trauma dumping» en el internet a ver si eso me hace sentir algo.

No sé si les estoy compartiendo todo esto para ver si logro concretizar mi crecimiento y desarollo emocional de una manera que pueda decirle a mi inner child que todo fue necesario para llegar a dónde estoy hoy. No sé, ya les diré cuando termine de sobre-analizarlo.
Por ahora, les diré que; en realidad mi coming out (como bisexual–aunque creo que el término correcto para mi sería queer) fue en Canada (cuando se lo dije a mi mamá por primera vez) y luego le deje saber a los demás a través de un post en Facebook. (Sí, muy poco original.) Les diré que lo que me motivó a hacerlo fue el hecho de que tenía una relación estable (por lo menos en el momento) y quería compartir mi felicidad con los demás. (Mucha gente no lo entendió, pero para mí fue como compartir que me gradué, o como el nene del anuncio de Tostitos, que celebran cuando se le cae el diente.)

Había pensado en encerrarme en mi cuarto, con la música sumamente alta (y que la canción fuera I Kissed a Girl de Katy Perry, o I’m Coming out de Diana Ross–tenía un playlist entero para la ocasión), y que cuando entraran a mi cuarto a pedirme que bajara la música; salía del clóset (literalmente) con una bomba y les tiraba confetti de arcoíris. Pero no fue así.
Quería decirle primero a las personas más importantes en mi vida (en persona), y siempre me quedaba esperando el momento correcto–que nunca venía. (Aunque logré decírselo a algunas, solo no de la manera que esperaba– Mi papá, por ejemplo, decidió sorprenderme en la universidad para mi cumpleaños y al entrar a mi cuarto, lo primero que vio fue la carta que me había dado mi pareja que decía «Happy 5 Months! I love you!», así que en realidad, no decirle hubiera sido… más incómodo) Así que un 27 de Diciembre de 2019, decidí compartirlo con el mundo–por Facebook. Y supongo que ahora, tres años más tarde, decidí compartirlo con ustedes.
Les diré que, a pesar de todo, no le tengo ningún tipo de rencor ni remordimiento a Ms. Paño (como la llamaremos). Eventualmente entendí que, en algunos casos, literalmente it’s not you, it’s them. (Tampoco quiero que piensen que yo fui perfecta en la situación–ambas cometimos errores.) Ella estaba acostumbrada a que la vida (ya sea por su familia abusiva, sus amistades tóxicas, o algún otro de los traumatizadores en su vida) le quitara lo que consideraba bueno, lo que le otorgara felicidad. (Estaba acostumbrada a ir bungee jumping y que el cable ya esté roto). Me tomó mucha fuerza entender que no cae en mí arreglarla, y aunque la quisiera ayudar con sus situaciones, nunca vas a poder ayudar a alguien que no quiere la ayuda. Me tomó mucha fuerza entender que, aunque sus emociones fueron válidas y sus comportamientos fueron trigger responses, no caía en mí ser una de las repercusiones de su desarrollo emocional (o la falta de ello).
Como dije una vez en Puerto Rican Food Porn (sí también soy yo, búsquenme en Twitter):
«No trates como mofongo al que te trata como aceituna»
(@prfoodporn)
De igual forma, les diré qué no le hablo y qué está bloqueada de todas mis redes sociales (todas. hasta Linkedin. Enserio.) Nada me podía asegurar que no intentaría comunicarse de nuevo conmigo (efectivamente, por algo está bloqueada en Linkedin). Y no es que piense que no voy a ser lo suficientemente fuerte para rechazarla, mucho menos que como estoy pasando por un momento difícil, tengo miedo de sentirme vulnerable y escribirle un «You up?» a las 3AM. Llegué a pensar en desbloquearla, para comprobarle que seguí adelante y que estoy mejor, pero no saber de ella me trajo paz… y pues, como dirían los gringos, «If it aint broke, don’t fix it.»
Les diré también que después comprendí que «Sara» (o sea, Carla), nunca tuvo malas intenciones (y sabe Dios si en realidad era un chisme y ella nunca dijo nada–si llegas a leer esto, perdón por el zapato) y que probablemente fue mi primer «girl crush» oficial y por eso me impactó tanto que viera detrás de mi fachada. Les diré que recuerdo nuestra amistad con mucho cariño y nostalgia, y que aunque no hablemos tanto, siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. Les diré que está hermosa y feliz (o parece estarlo en instagram, por lo menos) y que le deseo siempre mucho éxito y felicidad.
(Perdón también a la del trampolín–sorry, Gabriela)
Les diré que la que se emocionó cuando le dije que era «lesbiana», se emocionó nuevamente cuando se lo confirmé (oficialmente) y fue la que me hizo sentirme lo suficientemente cómoda como para decirle a los demás. Y que aunque hoy día no somos tan cercanas como éramos en esos tiempos, siempre va a tener un lugar demasiado especial en mi corazón por ser la primera en, inconscientemente, ayudarme a combatir mi homofobía internalizada (que, cuando lo digo no quiero decir que en algún punto de mi vida fui homofóbica, por lo menos no contra la comunidad LGBTQ+, yo solo era homofóbica conmigo misma–que nace de sentirme «anormal» por una gran parte de mi vida, y en la búsqueda de la normalidad, seguía encontrando una lista de rasgos que me seguían diferenciando de los demás–que luego aprendí, era algo bueno.) Nadie en mi círculo cercano reaccionó visiblemente mal, nadie me botó de su casa ni me dijo que iría al infierno; y ella fue la primera en asegurarme que así sería. (Si llegas a leer esto; gracias, AG.)
(Si eres un(e/a) lector LGBTQ+, con quién reaccionaron negativamente, o efectivamente te dijeron algo así; mis redes, e-mails y mensajes están disponibles siempre. The Trevor Project también provee recursos para ayuda, educación y aceptación. Recuerden siempre que valen mucho con demasiado, y que la verdadera enfermedad, lo que los debería llevar «al infierno», es la homofobia. Nunca piensen lo contrario.)
Les diré que aprender que el valor propio nace de uno mismo (que parece redundante y probablemente lo es), fue un proceso bien difícil que aún no he terminado. Y aprender que tu valor no depende de cuán atractivo/a/e (convencionalmente–porque para los gustos los colores) seas, ni de cuántos asquerosos tratan de usar su lengua como cuchara en tu garganta; ha sido de las lecciones más difíciles en seguir. Tu valor depende del tipo de persona que decidas ser y las acciones que tomes respectivamente. Tu valor nace de ti y está presente siempre aunque no lo veamos; por eso es que, usualmente, cuando las personas nos aman y se dan cuenta que nos dejamos de valorar, nos dicen que quisiera que nos viéramos desde sus ojos (que es difícil de procesar, yo también quisiera que me dieran un día tipo Freaky Friday donde puedo verme desde los ojos de otros, a ver que hay «tan especial»).

Les diré que perder a mi primer amor, el genuino, ha sido de las cosas más difíciles que he enfrentado, pero que a la larga, sé que ambas vamos a estar mejor. Y que genuinamente espero que de la tristeza y la pérdida nazca algo hermoso (no un hijo ni nada, me refiero a esta página y a mi relación con ustedes). (Y que las dos oruguitas de Encanto es lo que me ha mantenido a pie (porque me recuerda que para poder desarrollarnos, nos tenemos que ir a nuestro capullo solos, y aunque pueda que no queramos, no vamos a poder convertirnos en mariposas hasta que lo aceptemos.)
«Ay, oruguitas, no se aguanten más
Sebastián Yatra, Dos Oruguitas (Encanto, 2021)
Hay que crecer aparte y volver
Hacia adelante seguirás
Vienen milagros, vienen crisálidas
Hay que partir y construir su propio futuro»
Por último, les diré que me tomó mucho tiempo realizar que al acosador no le importa tu apariencia física, ni lo que tienes puesto, ni si te lavaste los dientes o si no te bañaste; acosa igual. Me tomó mucha fuerza entender que todos los nenes que pensé me encontraban atractiva, en realidad me veían como un objetivo fácil. Veían mi inseguridad y sentían que me podían controlar. Me daban la ilusión que yo era la que los estaba manipulando a ellos, cuando en realidad, sin percatarme, me manipulaban a mí. (Aunque dudo que tenían la capacidad intelectual para estar conscientes de que eso hacían (no offense a mis lectores cis-hombres <3). Fue difícil aprender a darme mi lugar (o por lo menos intentarlo), fue difícil aprender a decir que no, y a huir de situaciones en las que me sienta incómoda. Más difícil aún es salir todos los días con el deseo de no volver a ser acosada más nunca, pero tener que aceptar que está fuera de tu control, y aún así seguir saliendo (con pepper spray, un cuchillo, un taser…eduquen mejor a sus hijOs).
Me tomó mucha fuerza salir de la situación en la que estaba; aceptando que me trataran como menos y diciéndome a mí misma que no iba a conseguir algo mejor, pero salí. Y conseguí algo mejor (y más adelante sé que me esperan mejores cosas aún) y decidí que no es que yo no era suficiente para los demás, sino que los demás no eran suficientes para mí.
Todas son lecciones que llegaron a mi vida… casi dándome con un carro. Lecciones que dolieron, frustraron, enojaron… pero todas me enseñaron algo, y espero que les enseñen algo a ustedes también.
(Disculpen el final fresita, el original se borró y no lo pude recuperar. Gracias por sintonizar.)