Capítulo 3: Cerrando, pero no sé si el broche sea de Oro.

Previously on Paradoja Neurótica…

(Otro día les hablaré de lo increíble que era y de cómo ese sí fue mi primer amor genuino. Otro día les contaré de lo mucho que su presencia me trajo paz, y de cómo ella me ayudó a crecer como persona, pero por ahora…)

(Tan tan tararan tan tan–canción de intro; Paradoja Neurótica)

(Finjamos que ese es el intro de mi serie)

A veces «la persona correcta en el momento equivocado» en realidad fue la persona correcta para enseñarme una lección que necesitaba, pero cuando sentí que todo andaba mal en mi vida. (O del mismo modo, que todo iba demasiado bien. La pérdida de lo que consideramos estable y permanente, siempre se va a sentir en un momento equivocado.) Mi manera de decir—si genuinamente la persona es correcta, el tiempo también lo va a ser.

No sé si compartí esto con ustedes para enseñarles mi «coming-out» story, o si les estoy diciendo que una vez aprendan a valorarse ustedes mismos, podrán encontrar a alguien que les de el valor que merecen; no sé si es una historia para que lean y ustedes aprendan algo, o si para darles fe de que eventualmente se recuperarán de las relaciones tóxicas que los persiguen.

No sé si sea un post egoísta y sea yo probándome a mi misma que puedo hablar sobre estos traumas sin llorar como Sarah Paulson en cualquier temporada de American Horror Story (AHS), o que me quiero ahorrar los $50 de co-pay de mi psicóloga y estoy «trauma dumping» en el internet a ver si eso me hace sentir algo.

(Para Referencia: Esta es Sarah Paulson en AHS.)

No sé si les estoy compartiendo todo esto para ver si logro concretizar mi crecimiento y desarollo emocional de una manera que pueda decirle a mi inner child que todo fue necesario para llegar a dónde estoy hoy. No sé, ya les diré cuando termine de sobre-analizarlo.

Por ahora, les diré que; en realidad mi coming out (como bisexual–aunque creo que el término correcto para mi sería queer) fue en Canada (cuando se lo dije a mi mamá por primera vez) y luego le deje saber a los demás a través de un post en Facebook. (Sí, muy poco original.) Les diré que lo que me motivó a hacerlo fue el hecho de que tenía una relación estable (por lo menos en el momento) y quería compartir mi felicidad con los demás. (Mucha gente no lo entendió, pero para mí fue como compartir que me gradué, o como el nene del anuncio de Tostitos, que celebran cuando se le cae el diente.)

(Anuncio de Tostitos)

Había pensado en encerrarme en mi cuarto, con la música sumamente alta (y que la canción fuera I Kissed a Girl de Katy Perry, o I’m Coming out de Diana Ross–tenía un playlist entero para la ocasión), y que cuando entraran a mi cuarto a pedirme que bajara la música; salía del clóset (literalmente) con una bomba y les tiraba confetti de arcoíris. Pero no fue así.

Quería decirle primero a las personas más importantes en mi vida (en persona), y siempre me quedaba esperando el momento correcto–que nunca venía. (Aunque logré decírselo a algunas, solo no de la manera que esperaba– Mi papá, por ejemplo, decidió sorprenderme en la universidad para mi cumpleaños y al entrar a mi cuarto, lo primero que vio fue la carta que me había dado mi pareja que decía «Happy 5 Months! I love you!», así que en realidad, no decirle hubiera sido… más incómodo) Así que un 27 de Diciembre de 2019, decidí compartirlo con el mundo–por Facebook. Y supongo que ahora, tres años más tarde, decidí compartirlo con ustedes.

Les diré que, a pesar de todo, no le tengo ningún tipo de rencor ni remordimiento a Ms. Paño (como la llamaremos). Eventualmente entendí que, en algunos casos, literalmente it’s not you, it’s them. (Tampoco quiero que piensen que yo fui perfecta en la situación–ambas cometimos errores.) Ella estaba acostumbrada a que la vida (ya sea por su familia abusiva, sus amistades tóxicas, o algún otro de los traumatizadores en su vida) le quitara lo que consideraba bueno, lo que le otorgara felicidad. (Estaba acostumbrada a ir bungee jumping y que el cable ya esté roto). Me tomó mucha fuerza entender que no cae en mí arreglarla, y aunque la quisiera ayudar con sus situaciones, nunca vas a poder ayudar a alguien que no quiere la ayuda. Me tomó mucha fuerza entender que, aunque sus emociones fueron válidas y sus comportamientos fueron trigger responses, no caía en mí ser una de las repercusiones de su desarrollo emocional (o la falta de ello).

Como dije una vez en Puerto Rican Food Porn (sí también soy yo, búsquenme en Twitter):

«No trates como mofongo al que te trata como aceituna»

(@prfoodporn)

De igual forma, les diré qué no le hablo y qué está bloqueada de todas mis redes sociales (todas. hasta Linkedin. Enserio.) Nada me podía asegurar que no intentaría comunicarse de nuevo conmigo (efectivamente, por algo está bloqueada en Linkedin). Y no es que piense que no voy a ser lo suficientemente fuerte para rechazarla, mucho menos que como estoy pasando por un momento difícil, tengo miedo de sentirme vulnerable y escribirle un «You up?» a las 3AM. Llegué a pensar en desbloquearla, para comprobarle que seguí adelante y que estoy mejor, pero no saber de ella me trajo paz… y pues, como dirían los gringos, «If it aint broke, don’t fix it.»

Les diré también que después comprendí que «Sara» (o sea, Carla), nunca tuvo malas intenciones (y sabe Dios si en realidad era un chisme y ella nunca dijo nada–si llegas a leer esto, perdón por el zapato) y que probablemente fue mi primer «girl crush» oficial y por eso me impactó tanto que viera detrás de mi fachada. Les diré que recuerdo nuestra amistad con mucho cariño y nostalgia, y que aunque no hablemos tanto, siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. Les diré que está hermosa y feliz (o parece estarlo en instagram, por lo menos) y que le deseo siempre mucho éxito y felicidad.

(Perdón también a la del trampolín–sorry, Gabriela)

Les diré que la que se emocionó cuando le dije que era «lesbiana», se emocionó nuevamente cuando se lo confirmé (oficialmente) y fue la que me hizo sentirme lo suficientemente cómoda como para decirle a los demás. Y que aunque hoy día no somos tan cercanas como éramos en esos tiempos, siempre va a tener un lugar demasiado especial en mi corazón por ser la primera en, inconscientemente, ayudarme a combatir mi homofobía internalizada (que, cuando lo digo no quiero decir que en algún punto de mi vida fui homofóbica, por lo menos no contra la comunidad LGBTQ+, yo solo era homofóbica conmigo misma–que nace de sentirme «anormal» por una gran parte de mi vida, y en la búsqueda de la normalidad, seguía encontrando una lista de rasgos que me seguían diferenciando de los demás–que luego aprendí, era algo bueno.) Nadie en mi círculo cercano reaccionó visiblemente mal, nadie me botó de su casa ni me dijo que iría al infierno; y ella fue la primera en asegurarme que así sería. (Si llegas a leer esto; gracias, AG.)

(Si eres un(e/a) lector LGBTQ+, con quién reaccionaron negativamente, o efectivamente te dijeron algo así; mis redes, e-mails y mensajes están disponibles siempre. The Trevor Project también provee recursos para ayuda, educación y aceptación. Recuerden siempre que valen mucho con demasiado, y que la verdadera enfermedad, lo que los debería llevar «al infierno», es la homofobia. Nunca piensen lo contrario.)

Les diré que aprender que el valor propio nace de uno mismo (que parece redundante y probablemente lo es), fue un proceso bien difícil que aún no he terminado. Y aprender que tu valor no depende de cuán atractivo/a/e (convencionalmente–porque para los gustos los colores) seas, ni de cuántos asquerosos tratan de usar su lengua como cuchara en tu garganta; ha sido de las lecciones más difíciles en seguir. Tu valor depende del tipo de persona que decidas ser y las acciones que tomes respectivamente. Tu valor nace de ti y está presente siempre aunque no lo veamos; por eso es que, usualmente, cuando las personas nos aman y se dan cuenta que nos dejamos de valorar, nos dicen que quisiera que nos viéramos desde sus ojos (que es difícil de procesar, yo también quisiera que me dieran un día tipo Freaky Friday donde puedo verme desde los ojos de otros, a ver que hay «tan especial»).

Maddy Perez, Euphoria (2022)

Les diré que perder a mi primer amor, el genuino, ha sido de las cosas más difíciles que he enfrentado, pero que a la larga, sé que ambas vamos a estar mejor. Y que genuinamente espero que de la tristeza y la pérdida nazca algo hermoso (no un hijo ni nada, me refiero a esta página y a mi relación con ustedes). (Y que las dos oruguitas de Encanto es lo que me ha mantenido a pie (porque me recuerda que para poder desarrollarnos, nos tenemos que ir a nuestro capullo solos, y aunque pueda que no queramos, no vamos a poder convertirnos en mariposas hasta que lo aceptemos.)

«Ay, oruguitas, no se aguanten más
Hay que crecer aparte y volver
Hacia adelante seguirás
Vienen milagros, vienen crisálidas
Hay que partir y construir su propio futuro»

Sebastián Yatra, Dos Oruguitas (Encanto, 2021)

Por último, les diré que me tomó mucho tiempo realizar que al acosador no le importa tu apariencia física, ni lo que tienes puesto, ni si te lavaste los dientes o si no te bañaste; acosa igual. Me tomó mucha fuerza entender que todos los nenes que pensé me encontraban atractiva, en realidad me veían como un objetivo fácil. Veían mi inseguridad y sentían que me podían controlar. Me daban la ilusión que yo era la que los estaba manipulando a ellos, cuando en realidad, sin percatarme, me manipulaban a mí. (Aunque dudo que tenían la capacidad intelectual para estar conscientes de que eso hacían (no offense a mis lectores cis-hombres <3). Fue difícil aprender a darme mi lugar (o por lo menos intentarlo), fue difícil aprender a decir que no, y a huir de situaciones en las que me sienta incómoda. Más difícil aún es salir todos los días con el deseo de no volver a ser acosada más nunca, pero tener que aceptar que está fuera de tu control, y aún así seguir saliendo (con pepper spray, un cuchillo, un taser…eduquen mejor a sus hijOs).

Me tomó mucha fuerza salir de la situación en la que estaba; aceptando que me trataran como menos y diciéndome a mí misma que no iba a conseguir algo mejor, pero salí. Y conseguí algo mejor (y más adelante sé que me esperan mejores cosas aún) y decidí que no es que yo no era suficiente para los demás, sino que los demás no eran suficientes para mí.

Todas son lecciones que llegaron a mi vida… casi dándome con un carro. Lecciones que dolieron, frustraron, enojaron… pero todas me enseñaron algo, y espero que les enseñen algo a ustedes también.

(Disculpen el final fresita, el original se borró y no lo pude recuperar. Gracias por sintonizar.)

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Capítulo 2: «Straight», pero con Sazón

Previously on «Paradoja Neurótica»…

Hasta que un día, mientras estudiaba para un examen de Matemáticas en el Starbucks de mi universidad (o sea, un coffee shop pero que compraron muchos vasos con el logo de Starbucks), la conocí. (Sí, a la que les dije al principio, la que me trató como paño sucio, esa)...

(Imagínense que aquí va la canción del intro y sale el título)

Se paró al frente de mi mesa y aunque solo mantenía contacto visual conmigo, le hablaba a mis dos compañeras con las que estaba estudiando. Lo primero que me preguntó, cuando al fin se dirigió a mí, fue, «are you bisexual?».

(Yo quedé, así:)

Creo que cuando cuento esta historia, nadie entiende la importancia que estoy tratando de darle al hecho de que me preguntó si era bisexual. Si hacemos un rewind al principio (al Capítulo 1), recordamos que dije que «la primera vez que alguien pensó que yo era lesbiana, me sentí ofendida». Analizándolo bien ahora, probablemente fue por mi homofobía internalizada (la frustración que uno desarrolla al darse cuenta de que lo que te hace sentir algo positivo no es «normal») que desarrollé como mecanismo de defensa.

(Para contexto: En psicología, existe un mecanismo de defensa del cuál vemos ejemplos diariamente, sin fijarnos, y se conoce como formación reactiva. Wikipedia dice que es «cualquier comportamiento, actitud o hábito que marcha en la dirección opuesta a la de un deseo reprimido.» Yo, que te lo trato de explicar a mi manera, te digo que es el estereotipo que vemos en todas partes del abusador, macho-alfa homofóbico que después nos enteramos en realidad ha sido gay toda su vida y el enojo que siente nace de sentirse incomprendido. (O sea, Adam de Sex Education, Nate de Euphoria, Karofsky de Glee…) En mi caso, mi proyección negativa era poner a William Levy de fondo de pantalla y cada vez que comentaba sobre la apariencia de cualquier mujer, lo acompañaba con un #NoHomo.)

Representación gráfica de yo diciendo «no homo».

Me quedé perpleja cuando me preguntó. Nadie, nunca, me había preguntado si era bisexual. Para mi identidad reprimida; que estaba asustada y en posición fetal escondiéndose en un clóset vacío y oscuro, quedándose ya sin agua y racionando la comida, se sentía más válido. Bisexual implicaría que me gustan los hombres (o sea, soy «normal»), pero de vez en cuando podía admitir que dejaría que Megan Fox me pegara un chicle en la cara (No sé). Implicaba que soy «straight» pero con sazón. Mi búsqueda de validación y de sentirme convencionalmente atractiva se podía expandir. ¿Por qué dejar que solo los Brads y Chads me dieran validación, si Sarah y Jessica me podían hacer sentir igual? Obvio, todo este análisis ocurrió internamente y en medio segundo; así que a ella no le respondí nada al momento.

Procedí a ignorar la pregunta y a continuar estudiando de College Algebra. Una vez mis compañeras se fueron, volvió a mi mesa, se sentó al lado mío y me preguntó que si no le conteste porque no quise o si era por que no sabía. Yo le dije both.

Lo que le siguió a ese día fueron muchas investigaciones tipo FBI a ver si descubría el nombre completo de ella, y ver stories de sus amistades (bueno, las que teníamos en común), a ver dónde estaba. (Ya saben, no por stalker, pero para poder encontrarme con ella accidentalmente). Le siguió desarrollar una tensión sexual muy rara; como si Tom & Jerry deciden que son gay, pero no pueden estar juntos porque Jerry sigue haciendo que Tom quiera aplastarlo con un martillo de muñequitos.

Le siguió que, admitir que sentía algo por ella me llevó a confesarle a mis amistades que, efectivamente, tenían razón (pero no al 100%). Le siguió que la identidad reprimida que estaba escondida y racionando comida, logró salir y tratar de interactuar con el mundo luego de estar por 18 años siendo empujada adentro del clóset cada vez que intentaba salir a la luz.

También le siguió ella buscándome y buscando excusas para escribirme—que usualmente eran relacionados a que había tomado demasiado y decidió hablarme. Le siguió ella hablándome todos los días mientras estaba en mi casa en las Navidades, pero una vez llegamos a la universidad, me enteré que tenía novia.

Le siguió ella dejándose de la muchacha y buscándome tipo Rom-Com de los 2000’s, entrando al lobby de mi dorm para darme un beso e irse, sin decir nada (sí, de verdad pasó). Le siguió yo, confesándole que me gustaba (porque la primera vez no lo hice y ella me reclamó que por eso fue que se buscó otra novia) y ella dejándome en Read. Le siguió buscarse otra novia más, pero a esta le fue infiel conmigo (que no es algo que me enorgullece, pero no juzgué a Cassie en Euphoria porque yo fui Cassie en Euphoria (S2 Cassie—S1 la amamos).

Una vez la dejó, pensé que entonces teníamos un chance. No fue así.

Después me enteré por Twitter que, nuevamente, estaba empezando a hablar con otra. Eventualmente, se fue de la universidad, pero seguíamos hablando.

No entraré en muchos detalles sobre nuestra «relación«, solo les diré que fue un año de sentirme como basura el 95% del tiempo, por pensar que el 5% que quedaba, que era positivo (cuando quería serlo), valía la pena. Un año de ella teniendo dos y tres novias, todo mientras seguía hablándome y tratándome como su pareja. Un año de ella siendo capaz de decirme que me amaba, y de llamadas en donde se quedaba dormida porque mi voz le daba paz, y sin embargo; nunca quizo estar conmigo.

[TW: Su*cid*o]

Cuando al fin tuve suficiente fuerza de voluntad como para decirme a mi misma que merecía mejor, y terminar con ella; mandó unos mensajes.. preocupantes, insinuando que se haría daño al dejarla.

Procedí llamando al su*cide hotline (donde me pusieron en HOLD por como 20 minutos) y viendo a ver qué podía hacer al respecto.

(Aparentemente, la línea telefónica es para personas batallando enfermedades mentales y necesitan alguien con quién hablar por un rato—cualquier situación más seria que eso, te van a referir al 9-1-1.)

(Si llegaran a necesitar apoyo emocional de este tipo, pueden llamar al 1-800-273-8255. Mis e-mails y redes están disponibles siempre también. No se hundan en un vaso de agua, llamen a alguien que los ayude a levantarse para darte cuenta de que el agua es llanita.)

Ella me dejó de contestar los mensajes y las llamadas iban directo a su voicemail. Le escribí una vez más; dejándole saber que si no escuchaba de ella, tendría que llamar a la policía como método preventivo. Me respondió que por favor no lo hiciera, que estaba bien.

No volví a saber de ella hasta casi un año y medio después, cuándo me volvió a escribir y solo le contesté porque pensé que me daría closure.

Ella, no estaba interesada en eso. Ella, me dijo que había cambiado y mejorado, que su vida no tenía sentido sin mí y que ahora sí sabría valorarme porque yo fui de las mejores, si no la mejor, cosa que le había pasado. (No lo digo por echármelas—genuinamente me dijo todo eso.)

Yo, le respondí que lo que yo buscaba era «closure» y le recalqué que no la estaba ignorando, sino que no sabía qué decir…. mentí inconscientemente.

Nunca le contesté. Recibí un mensaje de ella un San Valentin y la volví a bloquear.

Un año más tarde, conocí al amor de mi vida. (Que ya no está en mi vida, pero pues.. fue el amor de una de mis vidas.) Conocí a alguien que me enseñó a valorarme y a ser independiente, hasta cuando estaba en una relación. Alguien que por primera vez me dijo «¿tú psicoanalizas a todos, pero quién te psicoanaliza a ti?» (sentí como si todos siempre me decían «estás bien pendeja»y al fin alguien me preguntó «pendeja, estás bien?») Y aunque después de tres años nos dimos cuenta que funcionamos mejor solas, no me arrepiento de nada. (No elaboraremos mucho sobre esto, ya que es reciente y fue una de las cosas que me empujó a comenzar a escribir públicamente— de la tristeza nacen las mejores obras, no?)

(Otro día les hablaré de lo increíble que era y de cómo ese sí fue mi primer amor genuino. Otro día les contaré de lo mucho que su presencia me trajo paz, y de cómo ella me ayudó a crecer como persona, pero por ahora…)

Nota del autor: Ahora sí es para crear tensión. Última parte sale el viernes (03/11).

Bienvenides,

Toda mi vida he querido ser escritora. No lo digo como hipérbole, literalmente, desde que tengo memoria, he querido ser escritora. En primer grado, mientras los niños hablaban de querer ser astronautas, doctores, bomberos; yo mentía y decía que quería ser arquitecta, veterinaria, o cualquier otra cosa que no fuera ser escritora.

De pequeña, lo escondía por vergüenza. Por alguna razón, niños de seis años no parecen comprender el deseo de escribir y leer. De adolescente, lo comencé a compartir abiertamente, aunque aún recibía miradas confusas de mis compañeros, y mi familia pensaba que había encontrado un «hobbie» nuevo para seguir.

Al seguir creciendo, mis deseos solo aumentaron. Lamentablemente, cualquier profesión artística conlleva miradas alarmantes de los demás y al presentar el concepto de un bachillerato en literatura para poder escribir un libro a tu familia, recibes más miradas alarmantes todavía. Así que, luego de un tiempo, cuando me preguntaban qué quería hacer con mi vida respondía no sé, o intentaba cambiar el tema con bromas ligeras de querer trabajar en un «fast food», algo que me llevo a no ser la persona favorita de muchos padres.

Lo que todos pensaron que era un «phase», permaneció como una pasión, algo que haría aunque no me paguen, así que lo estudié comoquiera. Actualmente, tengo mi bachillerato en literatura (y psicología, porque «cualquiera puede ser doctor y escribir, pero alguien que escribe no puede ser doctor») y mi sueño de escribir un libro y de compartir mis palabras con el mundo no ha desvanecido.

No creo que sea por un complejo narcisista, no pienso que mis palabras son ni más ni menos importantes que otras; pero de niña, observé el efecto que tuvieron las historias de los demás en mí. Sentí cómo las palabras de otros me llevaban a un mundo en silencio, un mundo que yo controlo y modifico.

Nuevamente sueno como una narcisista sociópata, sugiriendo que mi deseo es controlar todo y a todos, pero cuando te crías en un hogar … inestable. Sentir que tienes el control de algo parece un lujo. Pero ese será un tema para otro día; por ahora, escribir para mi es algo terapéutico y como alguien que sobre-analiza todo, alguien que si pudiera le buscara hasta la sexta pata al gato, usualmente tengo mucho de que escribir. Creé esto para darle plataforma y vida a mis historias y ver si logro impactar a alguien de la misma manera que otros me han impactado a mi.

Así que, bienvenides a mi mundo contradictorio y neurótico. Espero que disfruten.

«Tengo dos opciones: puedo escribir palabras al mundo y esperar que encuentren su audiencia. O puedo esconder mi luz debajo de la mesa por miedo a que mi resplandor no le guste a alguien.»

Rachel Hollis, «Amiga, Lávate esa Cara»